sábado, 23 de febrero de 2013

MaríaMulata. Tomo II. SantaBárbara Ed.2012.

Homenaje a Federico Santodomingo. 


Andábamos por el cuarto año de bachillerato en mi natal Santo Tomás cuando mis compañeros de pupitre y yo, expectantes por la aparición de un nuevo maestro, lo vimos entrar al Colegio Oriental.  Se trataba de nuestro profesor de español, al cual esperábamos vestido con corbata y camisa manga larga blanca, tal como los demás maestros.  Vaya sorpresa la de aquel día. Aún recuerdo los comentarios de mis condiscípulos: “¿Y ese flacocabellón es quien nos va a dictar clases?”… “Eche, ese man como que va pa´l monte, no lo ves que na más es mochila y abarca”. Él era entonces, un joven de dos décadas, un despreocupado muchacho de veinte años que cursaba estudios de Filología e Idiomas en la Universidad del Atlántico.  Una semilla poética que en pocos días nos habló de André Bretón y de Gonzalo Arango, de Bertolt Brecht y de Sigmund Freud, de Cervantes y de Shakespeare.  Y se paseaba por la calles de Pablo Neruda y por la Grecia de Constantino Kavafis, y nos llevaba a la guerra civil española con los poemas de García Lorca y de Miguel Hernández.  Y en un abrir y cerrar de ojos pasamos de exigir corbatas a exigir letras; de aburrirnos con los sermones que desde el intangible Vaticano nos enviaba Paulo VI a deleitarnos con fragmentos poéticos que nos acercaban a la realidad.  Y así, con ese despliegue de descompilación, sin bitácoras rígidas, pero inundados de poesía, el cabellón nos indujo a amar letras.

Profesor! Poeta! De cualquier manera que lo pueda llamar: es hora de reconocer que usted hizo de poetas dormidos, poetas activos.  Y pocos años después, en mis estudios superiores, lo volví a encontrar. Para entonces, era docente universitario, y me dictó la cátedra de Teoría y Crítica literaria, desde luego, aún llevaba el cabello como nido de cucarachero y cargaba la mochila arwaca.

Federico Santodomingo Zárate es –según sus propias palabras- un astronauta frustrado. Un hombre que mientras  soñaba con cruzar el espacio, embutido en una nave interplanetaria, apenas lograba viajar por las calles de Riofrío y de Orihueca, sobre el lomo de la burra que le regaló su abuela Nicolasa.  Este poeta es un ser estrato tres que le ha tocado, en veces para superar escollos y en veces para vivir dificultades, arrastrar con el peso de un apellido  económicamente poderoso.  Como cuando se presentó a las oficinas de Caracol Televisión en Bogotá a entregarle a David Sánchez Juliao, un libro que el sociólogo Abel Ávila le remitía al nacido en Lorica.  Bastó que Federico pronunciara el apellido Santodomingo para que las secretarias lo llevaran hasta la sala de juntas, le sirvieran en bandeja de plata y lo sentaran en el sillón del poderoso presidente de la compañía. O lo que le ocurre cuando se registra como pasajero en Avianca lo acomodan en primera clase, aunque sólo haya comprado boleto de traspatio.  Por eso, no es raro verlo en pleno vuelo, conversar con algún magnate, con un ministro o con un alto ejecutivo como si tratara de dos viejos amigos.  Claro! el interlocutor de turno al ver la pinta que lleva Federico no deja de repetirse: el señor Santodomingo con esa forma de vestir evita ser secuestrado.

Y a pesar de tantas situaciones, sigue siendo un poeta.  Ha publicado artículos en diferentes periódicos del país, con traducciones al ruso y al finlandés.  También ha dado recitales poéticos por todo el suelo colombiano.

Su poesía es un retrato de la sociedad colombiana y un reflejo de la vida universal. “Observa el consumismo, la pobreza y la riqueza; le duele el servilismo de la nación; se sorprende ante la emergencia de la tecnología y su consolidación comobecerro de oro; recalca que en este país de marginados, al grande lo hacen más grande y al pequeño, más pequeño; se declara Cristo del consumo, y jura que Colombia es un país de arribistas”.  En uno de sus textos poéticos afirma: “El carro es el tercer huevo del hombre”, en otro dice: “destapa tu Coca-Cola y encontrarás tu sicario incorporado” o hace un poco de humor cuando pregona que “La luna un poco de humor cuando pregona que “La luna es huevo frito en la inmensa sartén del cielo”.

Felix Pizarro. Autor de este texto.
Ha obtenido en su carrera varios reconocimientos literarios, pero ninguno lo enorgullece tanto como el Premio de Cuento Suramericana, que recibió hace años con Castillo de naipes.  Ese día en el Hotel Hilton de Bogotá después de la premiación, uno de los jurados, Abelardo Forero Benavides, se le acercó a preguntarle si era de los Santodomingoconocido en Colombia.  El poeta le respondió lo que suele responder cuando se lo preguntan directamente: Yosoy de los pobres , pero debemos ser parientes muy lejanos porque ambos venimos de Panamá, aunque ellos lo escriben separado y nosotros lo escribimos junto. Sorprendido con la respuesta, Forero Benavides le dijo una frase que todavía el poeta mantiene en la punta de la lengua: “En un país de plebeyos que quieren ser nobles, usted grita a los cuatro vientos que no lo es”…

El jueves 22 de enero de 2009 en la Revista de poesía Salomón Borrasca, al referirse a nuestro invitado hoy, decía: este poeta de la costa atlántica colombiana tienen el embrujo del trópico. La ciudad de Barranquilla tiene en Santodomingo un poetapara mostrar con orgullo.  En su obra palpitan sus barrios periféricos y sus manglares.  Es que Federico también es campo.  Hace unos quince días me llamó para que le hablará sobre el evento que nos congrega en este lugar.  Le pregunté donde se encontraba. Me respondió: estoy en una isla frente a Ponedera, hablando de poesía y de rio.  Y añadió: es que soy agricultor de internet.  Ojalá la critica y la historia de la literatura alcance a reconocer en Federico Santodomingo Zárate, uno de los pilares poéticos de la Colombiaque nos toco vivir. Serán sus lectores, quienes a través de las letras de este magdalenense de nacimiento, tengan el privilegio de volar en la nave de los sueños y aterrizar  siempre en la pista de una verdad que resalta en la obra de Federico: el dolor de los jodidos.

En este día, Plato rompe con lo cotidiano para escuchar la voz autorizada de un poeta.  En esta mañana la lira de Santodomingo retraerá a los veteranos aquí presentes aquellos momentos en los que la poesía inundaba todos los espacios sociales y se empleaba como herramienta para hincar los sentimientos del ser amado.

En esta mañana, los más jóvenes habrán de sentirse tocados por la magia de un verso y conquistados por la exquisitez de un poema.

Sea usted, mi estimado profesor, bienvenido una vez más Plato, tierra que se llena de orgullo con la presencia de su poesía.


Félix Pizarro
Licenciado en Idiomas
Universidad del Atlántico




No hay comentarios:

Publicar un comentario