Tal vez no
sea la analogía adecuada, pero cuando hablamos de los géneros de literatura,
estos son como la creación de una gran montaña desde una planicie. Sacando
arena desde un punto, poco a poco se constituyó un montículo de historias,
narrativas eminentes curtidas de estilos. En la cima, entre nubes de gloria y
beatificación, yacen nuestros maestros emblemáticos autores cómplices de la
diosa de la imaginación. Están los del pasado, los del célebre presente y por
reacción de pre causalidad; los del futuro, que aún no lo son, pero ya son del
oráculo de sacerdotes del cerro. En las faldas de esa montaña, reside un
condumio que nutre a un millar de tribus, estas, algunas primitivas y
prosopopeya en su andar nos han iluminado el camino. Otras, civilizadas, ataviadas
de galicismos y esculpida de silicona intelectual, otras marketizadas,
disfrazadas de entorno actual, pero son comida y juego; el mismo pan y circo
del pasado imperio romano. Lo curioso es
que en la creación del altozano de narrativa, no solo se creó la montaña, si no
que al sacar la tierra de un punto, se creó el vacío; un vacío cuya profundidad
es proporcional a la altura del cerro. Ese vacío es la lírica, menos visible,
pero profunda, a veces huele a olvido pero en ella se desliza a los recónditos
laberintos del alma. Y, es aquí, en donde quiero citar al Colectivo Poético
MaríaMulata Tomo I. Un grupo de
expedicionarios líricos que emprendieron
su viaje a la profundidad del pantano, donde yacen las incógnitas del espíritu, donde navegan la
tragedia y la alegría como musas hermanas. Con un prólogo que compone la poesía
con la cosmogonía, al verbo con la antropogonía. Definitivamente Reinaldo
Bustillo Cuevas, da inicio a una orquesta sublime, un universo de voces en
donde cada vate usa el vocablo como un instrumento distinto, donde el verbo no
necesita del sicario ni su virgen para forjar una tensión dramática. Un vacío
con un millón de ecos, las voces de: Alfonso Ávila, Ever Cabrera, Julita
Consuegra, Milena García, RenéMazilli, Lilia Mendoza, Darwin Padilla, Diana
Pedrosa, Antonio Quintero, Aura Sinning y Guillermo Solano. Un vacío donde la
madre poesía, reclama el aliento para seguir viviendo y el Colectivo Poético
MaríaMulata atiende el llamado.
Luis
Felipe Vásquez Aldana
Escritor
colombiano,
Participante
del Colectivo MaríaMulata Tomo I.
DESAYUNO
DE DOMINGO CON UNA PIZCA DE GIRASOL
Tener este
libro entre mis manos es más que un regalo divino, es degustar el mejor café,notas
calientes que endulzan mi alma enamorada; es ver llover en la ventana diamantes
infinitos, es como sembrar girasoles…
Estaobra despliega
lírica, dolor, amor, locura, risa; se hilvana amor. Se entreteje esperanza y
deseo. Repaso las líneas escritas por
estos bardos, héroes caídos en la batalla del amor, resucitados entre las rimas
y las notas de sus palabras, en las que entregan sus sentimientos, sus
vivencias, y el sorbo de caliente de sus pasiones incontables, secretas,
abiertas, profanas, de sus experiencias intactas en la memoria del corazón.
Me sumerjo
en este viaje delicioso de volar, y navegar entre gaviotas, en las alas de los
sueños, en el misterio de sus noches poéticas, intento acercarme a sus musas de
cristal, de viento y olvido y me encuentro con un paisaje de cantos, a todo,
pero cantos.
Leer es
deleitarse, es caer abatido ante los dardos de Cupido, es resucitar en los
brazos del amado, es creer y confesar haber perdido, es cantar al amor y
entregarse al olvido. Es aprender entre
ritmos y estilos a creer en la poesía que corre por las venas de estos autores
arriesgados, frágiles, audaces, soñadores y locos; de esos que se atreven a
esperar a que la luna muera y a olvidar que el mundo existe, esos capaces de
construir una noche perfecta para danzar en el carnaval de sus pasiones, de
percibir el aroma del sentimiento. Poetas que hacen una pausa intermitente
entre una ilusión y una promesa, de esos que sueñan con ver una lluvia de
diamantes en un invierno narcótico.
Escritores que derraman sus tintas en soledad, esclavo de los relojes
del recuerdo, amnésicos del dolor, sobrevivientes de las penas, hidalgas de la
risa y la locura.
Degustó
así, sentada apreciando los suaves matices de una tarde de verano. Es un acto
sublime ante el espíritu que se goza al recorrer entre sueños la grandeza de
estos escritores que engalanan con su pensamiento la pluma del universo, que
expresan en sus trazos el dibujo del alma, la sapiencia del amor. El suave
deleite de vivencias, con el toque dulce de sus prosas y sus versos, es un
viaje de fe, un éxodo al lamento, un antídoto al dolor, un enigma de emociones.
Hay un
libro anclado al futuro y al pasado, hay historia y talento, que se escurre en
cada página, que se engancha en el alma y descuelga en el silencio. Es entender que en cada poeta de este
colectivo hay una pincelada maestra, esa que solo Dios entrega como un “don”.
Maharyuris
Mercado
Escritora
colombiano,
Participante
del Colectivo MaríaMulata Tomo I.
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