miércoles, 23 de julio de 2014

María Mulata, de viva voz…

¿Quién sabe?

Quizás, o tal vez, la poesía es la mejor medicina del alma. Por eso, los poetas no son más que alguaciles de la esperanza.

¡Ay! los poetas, esos raros especímenes  que cada día se inventan un mundo para olvidar el nuestro. Pero, ¿Qué sería del mundo sin los poetas?  O, ¿Qué sería de los poetas sin el mundo?

Si, el mundo. Ese espacio de universo que algún día llegará su fin, pero que a excepción de los poetas, la humanidad se empeña en adelantarle su desaparición. Así lo reafirman los eruditos y lo esgrimen los científicos: “El hombre es el ser sobre la tierra más destructor de su entorno”. Es una especie de cáncer de la naturaleza, que sin remordimiento hace metástasis en todo lo que le ofrece condiciones para garantizar su existencia.

Sin embargo reitero, a los poetas hay que excluirlos de esa nefasta actitud porque para bien, alguien los enseñó a salvar el mundo para pulir un verso. Perdón, a “sacrificar un mundo para pulir un verso”.

Que lastima que no fui poeta. Y, no vayan a creer que no tuve la intención. Me imaginaba como Neruda rodeado de bellas mujeres que desfallecían con los versos, y que hasta pasaba largas temporadas en una alta colina del Mediterráneo esperando la llegada del cartero. Y, por supuesto cantándole al amor y a la vida. Propiciando la paz y fustigando la guerra.

Pero no fue así. Más pudo la estética de la arquitectura, que la palabra. Sin embargo, todo esto se los digo porque al fin y al cabo, lo que quiero decirles es que, durante mi existencia he vivido rodeado de poetas, de músicos y de locos.

O, les parece poco que, a pesar de las advertencias de peligro de los pescadores, le haya servido a mi padre de cómplice, para recorrer hasta su final en una noche oscura y estrellada el ruinoso Muelle de Puerto Colombia (el mismo que llegó a ser alguna vez el más largo del mundo) en compañía del poeta Nicolás Guillen, mientras la dulce voz de Meyra Delmar esparcía sus versos desafiando las fuertes brisas decembrinas.

Y, posteriormente Jorge Artel, que con su sonora carcajada, hacía temblar las paredes de la vieja mansión “La Perla”. Allí donde aún rondan los espíritus de Alejandro Obregón y Álvaro Cepeda Samudio. Inolvidables tardes de tertulias, organizadas por mi padre en la naciente Universidad Simón Bolívar, y donde David Sánchez Juliao, Abel Avila, Federico Santodomingo, Gustavo Álvarez Gardeazabal, entre otros, hacía gala de su prodigiosa memoria, mientras Esthercita Forero deleitaba al público con sus cantos.

Más tarde llegaron otros. Jorge Marel, Oscar Flórez Tamara, Margarita Galindo, Diego Marín Contreras, Tallula Flórez, Álvaro Suescun, Miguel Iriarte, y otros que ahora se me escapan, insistían en seguir el legado de sus antecesores.


Por eso ahora, son numerosos los motivos que me asaltan al tener el privilegio de escribir sobre este libro, el nuevo tomo; el cuarto del Colectivo Poético MaríaMulata donde se le brinda un merecido homenaje a la poeta sucreña Dina Luz Pardo Olaya. Libro que dirige y coordina Alfonso Avila Pérez, el editor que promueve y ensalsa a las nuevas voces de la poesía costeña.

Un impulso en particular, conmueve mis sentidos: el saber que a pesar de que la tecnología nos abruma con la intención de subyugar el pensamiento, esta pléyade de poetas nos llegan pisando firme para retomar las banderas del verso y la metáfora, en una ciudad que no ha dejado un solo instante de sentir –aun cuando sea a sus espaldas- las “…cuchilladas del rio sobre el mar”.

Pues bien, sin más preámbulos, aquí están en las trincheras de sus propios versos: Eduardo Rafael Berdugo Cuentas, Miriam Díaz Perez, John Iglesias Pacheco, MaríaPaz Martínez, Nicolás Martínez, Rafael Mercado Epieyu, Adalberto Mieles Gómez y Juan Jair Natera, intentando mantener encendidas las antorchas de la imaginación y la palabra.


Mientras tanto yo, me resigno a pensar que solo cuando todos tengamos algo de poetas, tendremos garantizados la preservación de este mundo…

Por Ignacio Consuegra Bolívar
Arquitecto
Vicerrector de infraestructura
Universidad Simón Bolívar

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